No te despistes, la enfermedad cardíaca no avisa

26/09/2019

Con motivo del Día Mundial del Corazón, el director de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, Dr. Ramon Gomis, escribe en nuestro blog «Salud con Ciencia» sobre la necesidad de prevenir una enfermedad cardíaca desde la infancia. Además nos explica el concepto de senescencia y su relación con nuestros hábitos de vida. 

Nuestro concepto de bienestar, de salud, ha estado muy ligado a síntomas como el dolor, el ahogo, el mareo o signos como la fiebre. Cuando no nos duele el pecho, ni nos falta el aire, ni nos da vueltas la cabeza, estamos convencidos de que nos encontramos bien, que no estamos enfermos. Simplifico, lo sé. Pero cuando no sufrimos ninguno de estos síntomas estamos convencidos de que no estamos enfermos del corazón. Y no es cierto, nos engañamos, la enfermedad está ahí.

Vayamos por partes. Es cierto que el infarto de miocardio produce, en la mayoría de los casos, un dolor agudo, y que la insuficiencia cardíaca nos hace soplar mucho más de la cuenta solo por el hecho de subir el rellano de una escalera, y que una alteración del ritmo cardíaco nos puede dar mareo e incluso la pérdida de conocimiento. ¡Por supuesto que es así! Pero cuando estas enfermedades dan la cara, muestran los síntomas, ya hace años que nuestro corazón y nuestros vasos sanguíneos están ya tocados, enfermos. Llegamos tarde.

Factores de riesgo cardiovasculares

Todo comenzó años atrás, cuando éramos jóvenes e, incluso, antes, de pequeños. Porque sabemos, no hay duda, que la enfermedad cardíaca y su causa mayor, la aterosclerosis, están muy relacionadas con nuestra alimentación, con el tabaquismo, con la ingesta excesiva de sal y azúcar … Podríamos hacer una lista muy larga. Entremedio sufriremos un aumento de peso, habremos dormido poco y mal, a deshoras, y un día nos encontrarán la presión arterial elevada, y quién sabe si también el colesterol y la glucosa. En este entremedio, los profesionales de la salud nos advertirán que es necesario perder peso, nos recomendarán una dieta y un paseo diario (con 10.000 pasos ya basta, dirán) y si no vamos bien, nos prescribirán alguna medicación.


Pero cuando muestran los síntomas, ya hace años que nuestro corazón y nuestros vasos sanguíneos están ya tocados, enfermos


Llegaremos tarde. La lesión que nos llevará a la enfermedad cardíaca ya está. Apareció cuando, en casa, los padres para complacernos nos daban una alimentación rica en grasas saturadas, con azúcares, con pocas verduras, y con exceso de calorías. Y más adelante, nosotros, ya jóvenes y emancipados, no quisimos cambiar estos hábitos. Nos pareció que no pasaría nada si fumamos algún cigarrillo, que no había que preocuparse, éramos jóvenes, y comíamos lo que más nos apetecía, que ya habría tiempo de hacer bondad. Y seguimos. Mucha tensión en el trabajo, comidas en la cafetería, de pie, de prisa, coger el coche o la moto para ir a ninguna parte y así … Todo esto tampoco es nuevo, es bien conocido.


No estamos suficientemente convencidos de que nuestro estilo de vida es la causa primaria de la enfermedad del corazón


 

Si esto no es nuevo, como es que, cada año que pasa, más niños sufren obesidad o aquella diabetes con resistencia a la insulina que antes solamente padecían las personas mayores, y la hipertensión ya no es patrimonio de los adultos sino también de los jóvenes. La respuesta es clara: no estamos suficientemente convencidos de que nuestro estilo de vida es la causa primaria de la enfermedad del corazón, de la muerte por enfermedad cardiovascular. Pensamos que, bien mirado, estas enfermedades cardíacas llegan cuando somos mayores, y que si tratamos la obesidad y la diabetes, no pasará nada. Y no es así.

Senescencia o proceso de envejecimiento

Deberíamos tener presente que estos hábitos aceleran el proceso de envejecimiento, lo que en algún lugar leeremos como senescencia. ¿Y en qué consiste la senescencia? Diríamos que la senescencia marca el destino de muchas células de nuestro cuerpo, que dejan de funcionar adecuadamente y no son eliminadas – como correspondía y cuando tocaba – por el organismo, a través de un proceso que llamamos apoptosis


La causa más importante de esta senescencia, de este envejecimiento prematuro es la obesidad


La senescencia nos carga de células inútiles, que no trabajarán como es debido y, además, alterarán la función de aquellas que aún están sanas. Y la causa más importante de esta senescencia, de este envejecimiento prematuro es la obesidad. Nos hacemos viejos antes de tiempo. Pero no solo viejos, sino también agresivos contra nosotros mismos. Aquí actúa la inflamación, digamos estéril. Hagámoslo breve. Cuando sufrimos una infección, ya sea solo un resfriado o una neumonía, nuestro cuerpo se defiende de la agresión a través de sus células de defensa, los leucocitos, que modulan la inflamación. Esta respuesta es aguda y orientada contra el enemigo, el virus o la bacteria. Pero cuando esta agresión es un estrés crónico, la inflamación se perpetúa, y ya no actúa contra el enemigo sino que se desorienta y empieza a agredir a nuestro propio tejido, por ejemplo, las células del endotelio de nuestros vasos, lesionándolos y favoreciendo la trombosis y la enfermedad cardiovascular, el infarto. No hay prisa para hacerse viejos, ni para alterar nuestra defensa inflamatoria, tan necesaria para protegernos y convertirla, no solo en una inflamación estéril, sino asesina. No hay que distraerse. La enfermedad cardíaca no avisa. Cualquier cambio en nuestro estilo de vida que nos aumente el peso, nos altere la tensión arterial, o modifique nuestros valores del colesterol y glucosa pasa factura. La senescencia y la inflamación estéril están al acecho, y silenciosas, son madrugadoras y hacen el trabajo. No les dejamos hacer …

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Autor / Autora
Ramon Gomis de Barbarà
Médico endocrinólogo, dramaturgo y escritor. Actualmente es también catedrático emérito del Departamento de Medicina de la Universidad de Barcelona e investigador emérito del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS), centro que ha dirigido desde 2008.
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