Diego Carracedo: «la Neuropsicología en el craneofaringioma infantil es fundamental en la valoración pre-post quirúrgica»

26/10/2020
Diego Carracedo Sanchidrián Craneofaringioma infantil

Diego Carracedo Sanchidrián, neuropsicólogo y psicólogo clínico del Hospital Universitario La Paz de Madrid, y ganador del premio al mejor Trabajo Final del máster universitario en Neuropsicología con su investigacgión Craneofaringioma infantil: Evaluación y rehabilitación neuropsicológica, nos habla de su trabajo y de sus proyectos de futuro en el día internacional del daño cerebral.

Eres psicólogo clínico y neuropsicólogo. ¿Cómo ha sido tu trayectoria académica y profesional?

Me licencié en psicología en 2009 en la Universidad de Salamanca. Después estuve un tiempo trabajando de lo que en aquel momento podía que tuviera relación con la psicología y los recursos humanos. Mientras, ahorraba para poder prepararme el PIR. Tras mucho esfuerzo conseguí mi plaza y comencé la residencia como psicólogo en el Hospital Universitario la Paz, en Madrid, donde actualmente sigo trabajando, en uno de sus Centros de Salud Mental. He compaginado la residencia con formación en psicoterapia y en neuropsicología, lo cual por momentos ha sido agobiante a la par que satisfactorio y estimulante. Y bueno, en nuestro ámbito la formación es algo que uno sabe cuándo empieza, pero que no acaba…

Has recibido el premio al mejor Trabajo Final de Máster y nos gustaría conocer tu trabajo con algo más de profundidad ¿Cuál fue el motivo que te llevó a ahondar en la evaluación, diagnóstico e intervención del craneofaringioma infantil?

Fue un cúmulo de circunstancias. Llevaba cerca de los dos últimos años de residencia realizando valoraciones neuropsicológicas en población en infantil, y siempre hay casos que te llaman especialmente la atención, como el del paciente que presento en el TFM. Que fuera el craneofaringioma infantil una patología infrecuente fue lo que me resultó más interesante, pues estaba más habituado a casos de niños prematuros, con sospecha de TDAH, epilepsia, etc. Quería evitar caer en la comodidad de hacerlo sobre un tema más conocido para mí.   

También influyó el contexto en que realicé el TFM. Esto fue durante los meses de abril a junio de 2020, mientras el mundo se transformaba en un lugar extraño para todos. En esas circunstancias no tenía ningún caso a tiempo real pues en el hospital se había suspendido casi toda la actividad no urgente, incluyendo la neuropsicología. Más allá de lo complejo de esas circunstancias, me vino bien estar atareado con el TFM, pues me permitía desconectar del arduo día a día en el hospital de aquellas semanas.

El craneofaringioma infantil, alteración con baja prevalencia, puede causar diferentes alteraciones cognitivas en los niños que lo padecen, las cuales mejoran cuando estos niños son intervenidos ¿Cuáles son las principales alteraciones neuropsicológicas de este tipo de tumores infantiles?

En realidad no existe mucha investigación al respecto. Hasta donde sabemos, el rendimiento intelectual suele permanecer dentro de la normalidad. Los estudios de la última década apuntan a que suele haber afectación en funciones ejecutivas, atención sostenida y velocidad de procesamiento. También parecen ser frecuentes las dificultades en memoria, especialmente en la episódica. Un hallazgo consistente es que cuando hay afectación hipotalámica el cuadro es más grave. Otras funciones, como el lenguaje, destrezas visoperceptivas o praxias están conservadas.

Como sabemos, estas dificultades no se producen de forma aislada, sino en un niño con una familia, demandas académicas, vida social y situación afectiva que no debemos olvidar.

¿Cuáles son los abordajes terapéuticos existentes actualmente y cuáles son sus resultados?

La intervención más habitual es la resección completa de la masa tumoral, siempre y cuando esté localizada y no comprometa las funciones visuales e hipotalámicas. Sobre el papel esta intervención implica la curación de la enfermedad. En los últimos años algunos estudios empiezan a sugerir sustituir ese “gold estándar” por una resección más limitada acompañada de radioterapia, aunque está supeditado a la ubicación concreta del tumor.

Otras intervenciones son la radioterapia, terapia de protones, radiocirugía y braquiterapia. Los resultados de estas son más inciertos, aunque en muchos casos son prometedores.

 ¿Qué papel crees que desempeña la Neuropsicología en el abordaje de los craneofaringiomas infantiles?

Donde la Neuropsicología tiene un papel fundamental es a la hora de realizar una valoración pre-post quirúrgica del craneofaringioma infantil. Permite conocer el funcionamiento basal previo a la intervención y comparar tras el periodo de recuperación.

En el proceso de detección y diagnóstico del craneofaringioma infantil el papel de la Neuropsicología es muy limitado, puesto que los síntomas neuropsicológicos son inespecíficos y sutiles. La sospecha de craneofaringioma suele aparecer por síntomas de otra índole, tales como dolor de cabeza, problemas de visión y alteraciones como retraso del crecimiento, polidipsia o aumento de peso, sugestivas de alteraciones hormonales.

Donde la Neuropsicología tiene un papel fundamental es a la hora de realizar una valoración pre-post quirúrgica del craneofaringioma infantil. Permite conocer el funcionamiento basal previo a la intervención y comparar tras el periodo de recuperación. Además, si se detectan déficits significativos, una buena valoración neuropsicológica es la base tanto para analizar cómo es la evolución del niño a nivel cognitivo como para el diseño de un programa de rehabilitación si fuera necesario.

Después de dedicar tanto tiempo y esfuerzo al estudio de este tipo de tumores y su intervención ¿Cuáles son las conclusiones más relevantes que has alcanzado?

Respecto a la patología, toda vez que hay intervenciones que permiten la curación de ésta, es fundamental la detección precoz. De esta forma se pueden evitar complicaciones, malestar y prevenir las consecuencias de la enfermedad. Otro punto es también la importancia del trabajo multidisciplinar, en realidad una constante en nuestro quehacer diario.

En cuanto al TFM y la Neuropsicología, lo apasionantemente infinito que es este mundo, con su complejidad, incertidumbres y todo lo que nos queda por aprender. Tras revisar la literatura de la forma más exhaustiva que supe, analizar el caso y hacer muchos “viajes” de la teoría a la práctica y viceversa, siempre quedan incógnitas. Tenemos bastante claro cómo y dónde se manifiesta el tumor, pero hay variantes atípicas. También conocemos cual es el perfil cognitivo tipo, pero la literatura es aún escasa y en ocasiones contradictoria. Además, cada caso tiene sus circunstancias e idiosincrasia particulares.

Además de psicólogo clínico eres ahora neuropsicólogo. ¿Qué te impulsó a especializarte en esta área y a cursar el máster universitario en Neuropsicología?

Ya desde la carrera era un tema que me interesaba, y durante la preparación del PIR era uno de los privilegiados que disfrutaba y no sufría estudiando psicobiología. Elegí un hospital para hacer la residencia muy exigente en cuanto a la atención continuada (la ampliación de jornada en las tardes que hacemos los residentes de psicología clínica). Ésta incluía terapia de grupo, guardias en urgencias y (bastante) neuropsicología, unos dos años en adultos y otros dos en infantil.

Pensé que a esa formación eminentemente práctica en neuropsicología estaría bien acompañarla de formación teórica. La verdad es que el ambiente era muy estimulante y había más compañeros haciendo formación en neuropsicología. Había hecho algún curso, pero un máster me daría más estructura y continuidad. Le di muchas vueltas al cuándo-dónde-cómo, y finalmente me decidí por el máster de la UOC. De hecho, algunas compañeras se animaron también a matricularse. 

¿Has visto cumplidas tus expectativas con el máster? ¿Cómo crees que te ayudará esta formación en tu desarrollo profesional?

La verdad es que sí. El método de evaluación por pruebas de evaluación continuada (las PECs) es más cercano a la realidad profesional que el tradicional examen teórico. Permite un aprendizaje más constructivo, con un rol más activo como alumno. De este modo, instiga a indagar y eso fomenta la curiosidad, una muy buena aliada para el estudio y el aprendizaje.

El hecho de que el ritmo del máster sea flexible y lo puedas ajustar al tiempo que tengas disponible también me parece un punto positivo, porque sino habría sido muy difícil que lo hubiera podido aprovechar.

Creo que el máster me ha ayudado a crear una base sobre la que ir añadiendo conocimiento y experiencia. Al igual que me cuesta mucho imaginarme una neuropsicología desprovista de la parte y formación clínica, puesto que trabajamos con personas que sienten y sufren y no “en el vacío”, el máster me ha aportado un marco y contexto en los que ubicarme y sobre los que poder entrelazar otros conocimientos y la experiencia que vaya adquiriendo.

Queda patente en tu trayectoria que la formación continua y la asunción de nuevos retos forma parte de tu vida profesional ¿cuáles son los planes formativos y los retos profesionales que te planteas en el futuro?

Aunque lejos, tengo en el punto de mira la tesis doctoral, que es el paso lógico. Estoy aún en fase preparatoria, pero con muchas ganas. La idea es desarrollarla a partir de una investigación que llevamos a cabo en el hospital, que incluye variables clínicas y neuropsicológicas en el análisis.

Sigo con la formación por los itinerarios que he comentado arriba, aunque con más calma, para compatibilizarla con otras actividades como supervisión. Lo bueno de nuestra profesión es que siempre vamos a encontrar algo que nos motive, nos interese y queramos aprender.

Por último, como profesional del Sistema Nacional de Salud, un reto personal pero que es de toda la Psicología Clínica es seguir sumando y luchando por que la salud mental tenga la importancia y reconocimiento que merece.

Para terminar, quiero aprovechar este espacio para agradeceros el premio y todo lo que he aprendido, que es mucho. Gracias a Elena Muñoz (directora del máster en Neuropsicología), a Raquel Viejo (profesora responsable de la asignatura de TFM) y a Cristina Sánchez (mi directora de TFM). También tengo palabras de agradecimiento para Mónica Alonso-Sañudo y Jesús Martí, mis supervisores de Neuropsicología durante la residencia, y para todos mis compañeros pires, con los que he podido compartir aprendizaje, conocimientos, dudas y, sobre todo, buenos momentos.

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Autor / Autora
Elena Muñoz Marrón
Doctora en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, máster de Neuropsicología Cognitiva por la misma universidad y neuropsicóloga acreditada por el Consejo General de Psicología. Profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud, subdirectora de Programas Emergentes, directora del máster universitario de Neuropsicología y directora del laboratorio de investigación Cognitive NeuroLab de la UOC.
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