Tres destinos europeos de interés gastronómico para las vacaciones de la «nueva normalidad»

15/07/2021
Foto: Valeria Boltneva en Pexels.

Ha llegado nuevamente el verano en el hemisferio norte y, con él, para mucha gente, las vacaciones. Serán unas vacaciones extrañas, sin duda: las primeras tras lo más duro de la pandemia, con una buena parte de la población de determinados países ya vacunada, pero con el proceso todavía incompleto y con un cierto miedo aún en el cuerpo que ha provocado, por ejemplo, que a nivel internacional, las vacaciones en el propio país hayan sido hasta el momento las más elegidas por los ciudadanos y que buena parte de los viajes estivales se están reservando a no mucha distancia de los lugares de residencia y con menos antelación o previsión de la habitual. 

Este verano será extraño, sin duda. Sin embargo, con el relajamiento en el uso de las mascarillas, recuperaremos (o intentaremos recuperar) poco a poco las sensaciones prepandemia, entre ellas el hecho de poder salir, descansar, divertirnos y, por supuesto, comer y beber.

Siguiendo estas prerrogativas, en este artículo señalaremos algunas ideas sobre posibles destinos turísticos que son, más allá del resto de sus atractivos, destacables por su gastronomía. Y es que, hagamos lo que hagamos durante las vacaciones (visitar monumentos o museos, ir a la playa o la piscina o leer en la hamaca…), lo que sí es seguro es que, como mínimo, comeremos tres veces al día. Y ya que hay que hacerlo, ¿por qué no disfrutar?

Donostia/San Sebastián y la provincia de Gipuzkoa

Foto: Kylie Paz (@kyliepreston) en Unsplash.

Donostia es la capital gastronómica vasca (con el permiso de la siempre bulliciosa e innovadora Bilbao). Sus cocineras y cocineros (Juan María y Elena Arzak, Subijana, Argiñano, Berasategi, Airaudo, Arregi, Mendizábal…) han convertido esta capital en un referente internacional. Y es que, si establecemos un radio de 25 kilómetros alrededor de la capital donostiarra, encontraremos nada menos que una concentración de 18 estrellas Michelin (una de las mayores, sin duda, a nivel internacional).

Pero Donostia no es famosa únicamente por su alta cocina. Las sociedades gastronómicas o “txokos” son pequeños clubs privados de alta cocina casera (masculina, principalmente); sin embargo, el acceso a ellos depende únicamente de la invitación particular de alguno de sus socios. Los bares de “pintxos” donostiarras, sin embargo, abundan y se extienden por todo el casco viejo y hacen las delicias de cualquier visitante, por su variedad, su cuidado y su precio. Y es que los “pintxos” donostiarras son pequeñas obras de arte gastronómicas que reúnen en muy pocos bocados tanto la tradición de la cocina guipuzcoana, como las enseñanzas de la cocina vasca más actual.

Una visita con algo más de tiempo, y especialmente en temporada de sidra (a partir de enero), puede llevarnos también a las sidrerías guipuzcoanas, con su epicentro en la localidad de Astigarraga. En ellas podremos degustar su típico menú de sidrería (chuletón, tortilla de bacalao, bacalao frito, ensalada y sidra natural). Fuera de temporada, las sidrerías siguen abiertas frecuentemente como restaurantes. Eso sí, en cualquier caso, mejor ir siempre con tiempo y con hambre…

El triángulo Toulouse-Carcassonne/Castelnaudary y la ruta del cassoulet

Foto: DAT VO (@hoangdat302) en Unsplash.

En la región francesa de Midi-Pyrénées, al sur del país galo, encontramos el interesante triángulo formado por las localidades de Toulouse (la capital regional), Carcassonne y Castelnaudary. En los ejes por ellas delineados, se sitúa la conocida como “ruta del cassoulet: un (potente) plato de alubias de variedades locales con confit de pato y saucisse de Toulouse, rematado al horno. Es evidente que es una especialidad de época fría (de otoño a primavera), pero actualmente se ofrece durante todo el año, variando en alguna parte sus ingredientes.

Entre estas tres localidades del sur francés se ha establecido el epicentro de una ruta gastronómica que mueve a miles de personas cada año en busca del deseado plato, y es una opción especialmente buscada durante las vacaciones de invierno o primavera. Pero si este plato nos parece algo excesivo para el verano, bien es cierto que la región no decepciona a ningún nivel.

Toulouse, la “ville rose” (llamada así por el ladrillo rosado frecuente en sus construcciones) es una atractiva y bulliciosa ciudad universitaria con una impresionante oferta gastronómica de todo tipo, con una especial atención al producto local regional. Una mención especial merecen sus mercados, tanto los populares y ocasionales al aire libre como, especialmente, el más moderno y céntrico de los Halles Victor Hugo, en cuya planta superior podemos encontrar también una importante concentración de restaurantes de cocina local y de mercado muy concurridos, especialmente a la hora de comer (aunque no únicamente).

Para las y los amantes de los quesos, no hay que olvidar que en los aledaños del mercado podemos encontrar a dos de los affineurs más famosos de Francia: Betty y, sobre todo, Xavier, en cuyos establecimientos se cumplirán los deseos de las personas más amantes de estos fermentos lácteos. 

Carcassonne y Castelnaudary son, ambas, ciudades con un importante patrimonio histórico-artístico y una destacable oferta gastronómica. A ellas podemos añadir otras localidades imperdibles, como Albi (la ciudad natal del pintor Toulouse-Lautrec y famosa por su castillo) o l ainolvidable Minerve, con una impresionante arquitectura en el marco de un espectacular paisaje y capital de la denominación de origen vitivinícola del mismo nombre.

Ya que se visita la zona, puede ser también recomendable una visita a las localidades de la DO Corbières, productoras de este conocido vino local. Igualmente, y si se pasa por allí, vale también la pena hacer una parada (larga y reposada) en Narbonne, en el restaurante “Les Grands Buffets”, uno de los más impresionantes buffets libres de alta gama de toda Francia.

Budapest, Tokaj y otras regiones vitivinícolas húngaras

Foto: Anna Hunko (@annahunko) en Unsplash.

Hungría es una de las grandes desconocidas de Europa. Budapest es la principal marca turística del país y, aun así, y a pesar de ser una de las ciudades más impresionantes de la Europa central, las visitas a esta capital se encuentran aún lejos de competir con las ciudades europeas más populares. Esto tiene sus ventajas para los visitantes, quienes encontrarán este destino menos masificado que otros incluso en la época estival (dejando de lado, evidentemente, algunos momentos específicos del verano y algunos “landmarks” de la capital).

Budapest fue, junto con Viena, la co-capital del gran Imperio austrohúngaro. Testimonio queda en sus grandes avenidas, palacios y edificios art-déco. Pero Budapest es también un importante destino balneario internacional. Sus famosos baños turcos, algunos de ellos del siglo XV (como los Király o los Rudas), o sus impresionantes balnearios del siglo XIX (como los famosos Gellért, o los Széchenyi) son una visita ineludible para cualquier visitante.

Pero en relación con el tema que nos ocupa, hay que destacar que Hungría es un gran productor y transformador de determinados alimentos. Por un lado, los vinos, con el dulce Tokaji a la cabeza, pero también sus tintos y blancos en regiones como Eger, Villány o Balaton. Y por el otro, el pato y sus derivados (no todo el mundo sabe que Hungría es el segundo elaborador y exportador internacional de foie del mundo, por detrás de Francia) o productos tan particulares como los derivados de la raza de cerdo “mangalica”, autóctona, pero emparentada con el cerdo ibérico y cuyos productos son gastronómicamente muy apreciados hoy en día.

Budapest, como gran capital, tiene mucho que decir en relación con la gastronomía. Sus cafés históricos, de ambiente art-déco (como el New York) o fin de siècle (como el clásico Gerbeaud) nos transportan a la gran capital del siglo XIX, mientras que locales como Séf utcája, Menza, Kiosk o Bistro 25 reinterpretan la cocina tradicional húngara con nuevos tintes. Y todo ello sin olvidar la cocina tradicional en el (tan turístico como barato y lleno) Fritzi Papa o en restaurantes hoy tan populares como For sale.

Entre los lugares a no perderse, el mercado central (Központi Vásárcsarnok), junto al puente de la Libertad: un antiguo edificio de finales del siglo XIX que acoge el principal mercado de la ciudad, con un piso superior lleno de puestos, bares y restaurantes donde tomar algo o comer. Y mucha atención a los alrededores del mercado, con restaurantes de nueva tendencia tan interesantes como Borbíróság o Hoppa Bistro.

Más allá de la capital, una escapada a la nororiental región de Tokaj-Hegyalja (paisaje cultural histórico patrimonio de la Humanidad inscrito por UNESCO en 2002) nos llevará a una de las regiones vitivinícolas históricas de Europa, donde se elabora el conocido vino Tojaki. La visita a sus bodegas (algunas de ellas con galerías subterráneas con más de 11 km de longitud) no dejará a nadie indiferente; casi tanto como las nuevas interpretaciones de la cocina húngara y los maridajes con los vinos locales de restaurantes tan innovadores como Ős kaján, en Tolcsva, Percze, en Mád, o LaBor Bistro, en la capital, Tokaj.

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Autor / Autora
F. Xavier Medina
Catedrático e investigador del grupo FoodLab de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC. Director de la Cátedra UNESCO de Alimentación, Cultura y Desarrollo.
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